La empresa se denominaría Hijos de Casimiro Mahou, y el negocio se dedicaría no solo a la elaboración y despacho de cerveza, sino también a la producción de hielo. No es de extrañar, ya que Casimiro Mahou, padre de los fundadores de la saga cervecera, había regentado años antes una fábrica al vapor de hielo artificial. La segunda y tercera décadas del pasado siglo vieron a Casimiro Mahou García, hijo de uno de los fundadores de la empresa, dirigiendo la fábrica y expandiendo el negocio familiar. A su muerte, en los años cuarenta, su hijo Alfredo Mahou toma las riendas de la empresa: bajo su dirección Mahou se convierte en sociedad anónima a finales de los años cincuenta, cuando la producción experimenta un notable crecimiento que provoca la construcción de una nueva fábrica en el Paseo Imperial, en la zona del Manzanares, capaz de soportar el auge en la demanda de cerveza. Esta fábrica pronto se convertiría en la única en funcionamiento en Madrid. La popularidad de la cerveza Mahou en los hogares y bares de Madrid (¡la ubicua caña!) no ha dejado de crecer desde entonces: convertida hoy en el mayor grupo cervecero español (Mahou San Miguel) la marca aparece inextricablemente unida con el consumo de esta bebida en el imaginario popular, sobre todo el madrileño.