Imagen COMER Y BEBER EN EL DISTRITO DE CHAMARTÍN BY JUAN ANTONIO COSTA LEO

COMER Y BEBER EN EL DISTRITO DE CHAMARTÍN BY JUAN ANTONIO COSTA LEO
07/06/2024

Es el distrito de Chamartín una zona eminentemente residencial y albergue de muchos profesionales independientes como abogados, médicos o notarios. No es, sin embargo, un polo de atracción marcado por cines o teatros, ni mucho menos de interés turístico por sus monumentos y museos…si excluimos a uno de los más visitados de la ciudad que no es otro que el del estadio Santiago Bernabéu.

Pongamos algo de luz, tanto para residentes habituales que a veces no saben lo que tienen a la vuelta de la esquina como para esos visitantes intrépidos para los que la gastronomía es suficiente (y no les falta razón) motivo para pasar en Madrid el tiempo que sea necesario, que puede ser mucho, si se lo proponen, incluso sin salir de este distrito. De estrellas Michelín a recoletos comedores, pasando por comedores temáticos o sitios difíciles de clasificar pero que bien valen una o varias visitas.

En este contexto y empezando por la cima, tenemos que destacar a Diverxo y sus tres estrellas Michelín, de los mejores, si no el mejor, sitio donde comer y beber en la capital. Pelear contra el sistema de reservas es obligado y ahora el tiempo apremia más que nunca debido a su inminente traslado a la vecina localidad de Pozuelo de Alarcón. Si no consiguen mesa aquí no se apuren, e inténtenlo en una de las estrellas más rutilantes de la ciudad llamado Ugo Chan y su peculiar visión sobre la comida japonesa. No les aseguro mayor facilidad en la reserva de mesas, pero al menos, prueben a dejarse caer por su estupendo cóctel-bar anexo y además de disfrutar de una coctelería sobresaliente, podrán acompañar la bebida de algún platillo que les permitirá entender el por qué de mi calificación. Si queremos “trufar” nuestra ruta con algo más de bebida sin despreciar una chacinería notable, no olviden entrar en Castellana 113 y no se dejen engañar por lo anodino de su fachada; dentro hay una pequeña joya en la que abandonarse unas horas con su combinado o destilado favorito.

Seguimos aleatoriamente, cual drones a salvo del tráfico, peinando el distrito y no podemos olvidar el que quizás sea el mejor mercado de la ciudad, el de Chamartín, que además alberga en su interior dos propuestas gastronómicas que bien merece conocer, incluso en horarios (previa reserva) en los que el mercado permanece cerrado. Pasta Mito es un puesto que se convierte en diminuto restaurante italiano a petición y el vecino Akatsuki, una suerte de barra de sushi (no hay mesas) en la que cualquier cosa es posible, incluso permitir que el comensal se lleve su propio vino. Y si de japos se trata, no olviden que tenemos un 99 Sushi Bar, inmutable al paso del tiempo y de regularidad pasmosa, que a pesar de las posteriores aperturas del grupo 99, ha seguido siendo la insignia del mismo. O vayan (y me cuentan que les parece), a la muy reciente apertura, hace solo unos días, del que promete ser el “japo de japos”, llamado Sen Omakase, apenas 12 puestos dispuestos en una barra y localizada en una tranquila calle del distrito pero que aspira a aparecer muy alto en listas públicas y privadas de amantes de la gastronomía (con recursos económicos, eso sí).

Si un japonés no es lo suficientemente exótico, no se preocupen, vayan a los diminutos Marzeah Taberna y Casa Mui, bulliciosos y algo incómodos en los que encontrar platillos de fusión oriental y curries herederos de Sudestada respectivamente, a precios realmente amables.

No faltan en la zona pequeños tesoros, de cocina difícil de calificar pero que bien merecen una visita, El del Medio, especialmente en época de buen tiempo donde disfrutar de su diminuta y tranquila terraza y su cocina mediterránea y algo viajera. O los asadores modernos, tan de moda ahora en la capital y de los que Rocacho fue uno de los pioneros, con viandas traídas directamente de El Capricho, templo carnívoro en Jiménez de Jamuz. Asador “fino” es también Rubayat con sus platos y cortes de inspiración brasileña y una de las mejores terrazas del distrito, junto con la del vecino Sacha, incatalogable bistró que me atrevo a definir como uno de los lugares favoritos de cualquier Académico de la Gastronomía en Madrid y en general, a cualquier aficionado al buen comer y beber.

Etiquetar a La Ancha es más sencillo, ya que llevan más de medio siglo dando muy bien de comer y son los creadores del icónico escalope Armando. Si quieren más carne, tenemos más; el recientemente inaugurado Casabula se autodefine como “parrilla asturiana” y no es sino un sitio donde arrojar a la brasa algunos cortes de carne de maduraciones cortas y notable sabor, a precios medios razonables. Si son ictiófagos, tampoco hay problema, ya que a contamos con el apabullante Bascoat, por calidad de producto, el muy clásico Carta Marina, inmutable marisquería local o mucho más informal y bullicioso, El Quënco, suerte de andaluz que nada tiene que ver, más allá de vínculos familiares con el Quënco de Pepa, mucho más formal y lugar de encuentro habitual del famoseo sereno que no despliega sus habilidades con Instagram en la calle Jorge Juan. Para ambiciones bien entendidas, el novísimo Velasco Abella, espíritu relajado y más próximo a la comida de mercado de aquel gran comedor burgués que fue Sant Celoni, capitaneado por la pareja que forman el antiguo chef y repostera de tan añorado comedor.

Si nos alejamos del bullicio, dentro y fuera, no podemos olvidar a Sal Negra, herederos del antiguo Almírez y uno de los escasísimos sitios donde tomar lamprea en Madrid eso sí, en temporada. Tampoco pasemos por alto la Fonda de la Confianza, con sus platos de cuchara, su cocina de mercado y diligente servicio en el que parar y reponer fuerzas, a precios realmente sensatos. Como precios sensatos encontramos también en El Lince, la sucursal amable y moderadamente casquera de La Tasquería o Quinqué, que sin hacer ruido se ha convertido en la casa de comidas con más lista de espera de la capital, algo causado no sólo por su buen hacer con escabeches o arroces de pitu caleya sino por haber sido reconocidos (y conocidos por muchos) como la mejor croqueta de Madrid.

Y ya que hablo de croquetas, podríamos pensar en barras y quizás es en este apartado donde debemos hacer un esfuerzo mayor para compartir referencias, ya que no es un barrio especialmente dado al tapeo fino (olvidemos por el momento sucursales y grandes grupos de restauración). Aun así, si buscan, hallan y si el bolsillo es elástico aprovechen la acogedora terraza y el horario de cocina ininterrumpido para probar el marisco del Telégrafo o, si es final de mes y hay que ser más cuidadoso con los ceros en la cuenta, pidan unos finos y tanta ensaladilla como sean capaces de tomar en taberna La Contra o prueben chacinas de todo tipo en Marcelino Vinos y Ultraporcinos. Por último, si son más de líquido que de sólido, no olviden que justo enfrente de este último tienen una de las mejores tiendas de alimentación y vinos como es Coalla, que cuenta con unas mesas para degustar sus productos, así que dividan corazón tiempo y presupuesto y den cuenta de un buen aperitivo o merienda en ambos.

No están todos los que son, pero sí son todos los que están o al menos, los que este humilde Vocal de la Junta Directiva de la Academia de Gastronomía de Madrid ha visitado y visita con cierta y desigual frecuencia, según las circunstancias y que, a golpe de clic, pueden guardar en una lista de Google Maps y planificar sus visitas para los próximos días, semanas y meses.

 

Te dejamos la ruta preparda AQUÍ