En 1907, Manuel Calero Gómez toma en traspaso el taller de encuadernaciones perteneciente al artesano Juan Mole, del número 5 de la calle Doña Bárbara de Braganza desde 1899. Desde entonces, este taller con solera se convirtió en un negocio familiar, primero en manos de los Calero, después de los López Gómez y de los López Valencia a continuación. Gran parte de su actividad se llevó a cabo en el taller de sus comienzos, y posteriormente en el número 9 de la misma calle. Hoy en día el negocio ha pasado a manos de Ignacio Mateos, Mayte Gómez y Chon González (ambas con más de veinte años de experiencia en la empresa), amplían la oferta con la restauración de libros y documentos, con las restauradoras Mónica Sánchez y Mar Ortega, que desean continuar este noble oficio de la encuadernación artesanal y la restauración y que han trasladado el establecimiento al local contiguo, el número 11, donde rodeados del olor a historia, se desarrolla un universo de tórculos, guillotinas, tipos, piel, papel antiguo y la exclusividad de lo fabricado 100% a mano, cada vez más difícil de encontrar. Además de sus servicios de encuadernación artesanal, ofrecen talleres de iniciación a la encuadernación y al cartonaje, de restauración de libros antiguos y cursos de caligrafía y lettering, entre otros.